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Un accidente no debería sellar la suerte de Grecia

Es más probable que un país deje el euro si su gobierno no puede cumplir sus obligaciones, sus bancos cierran sus puertas, su economía está deprimida y su política es turbulenta.

Por: Martin Wolf, Financial Times | Publicado: Miércoles 1 de abril de 2015 a las 04:00 hrs.
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Desde la elección del gobierno liderado por Syriza en Grecia, las negociaciones acerca de su lugar en Europa han ido de mal en peor, con posturas agresivas por un lado y molestia por el otro. Una salida accidental de la zona euro se ha vuelto probable. Esto no es porque Grecia lo quiera, ni porque sus socios estén empeñados en que esto suceda. Es porque a Grecia se le está acabando la esperanza, a sus socios se les está acabando la paciencia y a las negociaciones se les está acabando el tiempo. Hay, efectivamente, una bifurcación en el camino hacia adelante. Pero la decisión de la dirección debe ser deliberada, no accidental.


Una acechante crisis de liquidez es la razón para temer una decisión precipitada. Los acreedores de Grecia quieren que el país implemente reformas antes de destrabar cerca de 7.200 millones de euros en fondos de rescate aún no desembolsados. Grecia necesita este dinero para cumplir obligaciones de gasto doméstico y el repago de un préstamo por 450 millones de euros que debe al Fondo Monetario Internacional. Ya que el Banco Central Europeo está frenando los préstamos a los bancos griegos, el gobierno del país podría quedarse sin dinero. Eso podría desencadenar una corrida de los ahorristas griegos. Pese a que el BCE podría manejarlo, podría sentirse incapaz o sin la voluntad de hacerlo.


Es más probable que un país deje el euro si su gobierno no puede cumplir sus obligaciones, sus bancos cierran sus puertas, su economía está deprimida y su política es turbulenta. Grecia podría estar pronto en este estado. Entonces podría ocurrir una salida caótica. Es vital evitar ese "Greciaccidente".


Ha sido evidente desde que el gobierno fue electo que tomaría tiempo averiguar si se alcanzaría un acuerdo fructífero. Es necesario "comprar" ese tiempo. En la búsqueda de un acuerdo, también sería de ayuda dejar el moralismo destructivo a un lado. El lado acreedor considera que su generosidad a los griegos derrochadores es ejemplar. Los griegos creen que los prestamistas privados son culpables de prestar irresponsablemente, que el "rescate" no fue para Grecia sino que para esos mismos prestamistas negligentes y, sobre todo, que los griegos ya han sufrido suficiente. Ambas posiciones tienen méritos. Pero no saldrá nada bueno de lanzarse esas acusaciones entre sí.


Asumamos que se evitó un accidente. Entonces la zona euro enfrenta una decisión grande y otra pequeña. La gran decisión es si mantener a Grecia dentro de la zona euro o ayudarla a salir. La decisión más pequeña es entre maneras alternativas de mantenerla dentro. Mantener a Grecia deja abierta la opción de una salida, pero la salida es probablemente irreversible.


¿Cuáles son los argumentos en favor de una salida? Uno es que los costos del contagio a otros miembros son mucho menores que antes, como indican los divergentes diferenciales en los rendimientos de los bonos de los gobiernos. Otro es que Grecia ha demostrado que no es capaz de aplicar reformas. Pero otro es que Grecia se mantiene no competitiva internacionalmente, como muestra la pereza de sus exportaciones. El equilibrio externo ha llegado al costo de un desempleo masivo: un enorme "desequilibrio interno".


Un argumento en contra es que la salida transformaría a la zona euro desde una unión monetaria irrevocable en un régimen de tipos de cambios fijos duros. Eso sería lo peor de dos mundos: no es tan creíble como una unión ni tan flexible como la libre flotación. Más aún, una salida podría causar consecuencias económicas y geopolíticas graves. Grecia podría caer en un abismo económico. Abandonada por Europa, podría volcarse hacia potencias hostiles. Este sería un desastre estratégico. Por último, Grecia ya ha sufrido los dolores de la austeridad. Desde ahora en adelante las cosas deberían mejorar, si la política mejora.


Intentar que Grecia se mantenga dentro de la zona euro parece ser la mejor decisión. Puedo identificar dos opciones.


La primera sería un nuevo programa de rescate, uno que prometa alivio de las deudas del país después de que se completen las reformas. La segunda opción sería poner fin a la política de "extender y finjir". De hecho, las obligaciones de servicio de deuda serían reducidas a niveles manejables. Pero no habría una nueva asistencia. Grecia quedaría sola. El gobierno griego mantendría el euro, pero podría necesitar imponer controles al uso de la moneda. En el corto plazo, el gobierno podría también complementar euros con pagarés domésticos que pueden ser usados para cumplir las obligaciones con el Estado heleno. Entonces habría convertido al euro en una moneda paralela, ya sea de forma temporal o semi permanente. La otra gran opción es que la zona euro acepte que la membresía continua no funciona para Grecia. La mejor justificación para esto sería que la economía griega sería incapaz de ser competitiva dentro de la zona euro. Sin embargo, Grecia no colapsaría, sino que sería ayudada.


Esa ayuda, una vez más, tendría que incluir reducciones permanentes en el servicio de deuda. Los controles a los retiros de los bancos serían nuevamente necesarios. Asimismo, Atenas necesitaría nuevos préstamos para evitar un alza desmedida en el valor de la nueva moneda. Grecia permanecería, por supuesto, en la Unión Europea. La posibilidad podría incluso quedar abierta para que regrese al euro en el futuro distante.


Ninguna de estas opciones está libre de riesgos. Todas van a crear problemas significativos. Pero hay al menos dos puntos fundamentales para tener en cuenta. El primero es que la decisión debe ser deliberada, no resultado de quedarse sin tiempo. La segunda es que la decisión que se tome es estratégica, tanto para la zona euro como para Grecia.


En el balance, creo que la decisión correcta -y ciertamente la que quieren los griegos- es descubrir la una forma mutuamente satisfactoria de mantener a Grecia dentro de la eurozona, junto con un alivio de la deuda generoso, pero condicional, y un mayor apoyo limitado en el tiempo. Pero también se puede argumentar a favor de una salida, si se realiza de una manera que contenga el caos y logre una mejora permanente en la competitividad griega. Pero esto, también, requeriría un alivio sustancial a la deuda.


No es ahora el momento de tomar la gran decisión de mantener o no a Grecia dentro de la zona euro y, si se hace, cómo hacerlo. Pero llegará pronto. Debemos estar correctamente preparados.

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